
El kirchnerismo se rompiĂł. Lo aceptan sus dirigentes. Tal vez eviten decirlo en pĂşblico para no herir susceptibilidades. Pero lo asumen con la resignaciĂłn que imprime la crueldad de la polĂtica. Nada es eterno. Nadie es eterno. Cambian las caras, los contextos, las necesidades, la llegada a las masas. El kirchnerismo ya no es la fuerza que supo ser en el comienzo del milenio. Hay un proceso polĂtico que terminĂł.
Lo que hoy existe, segĂşn expresan quienes integran el mundo K, es una concentraciĂłn de la ideologĂa, el sentir y la forma de ejercer el poder que tuvo el kirchnerismo, en la figura de Cristina Kirchner y en la agrupaciĂłn La Cámpora, que conduce Máximo Kirchner. Sangre pura. Familia. La identidad K.
“¿Qué es el kirchnerismo hoy? Es La Cámpora por sobre todas las cosas. Porque CFK conduce a una parte del peronismo, que excede a los K”, analizó una senadora nacional de larga trayectoria en el peronismo. La organización ultra K ya no es solo la que ostenta la marca del cristinismo, sino también la que se adueñó, sin quererlo, de las estructuras que quedaron en pie de aquella fuerza que gobernó 12 años.
Al kirchnerismo lo rompieron la condena, inhabilitación y detención de Cristina Kirchner; la decisión de Axel Kicillof de no apoyar el desembarco de CFK en la presidencia del PJ Nacional; la canción que el camporismo entonó contra el Gobernador en el Club Atenas de La Plata; el desdoblamiento electoral; y la desconfianza permanente, sistemática y profunda entre el kicillofismo y el cristinismo.
“Adentro está todo roto. Hay muchas tensiones, muchas divisiones. Axel y los intendentes, por un lado. Cristina y La Cámpora, por el otro. El kirchnerismo no existe más como unidad polĂtica”, graficĂł un importante dirigente camporista, que acepta la realidad lejos de las reivindicaciones obtusas y sordas que realizan los que están en el extremo de una organizaciĂłn que convive lejos del centro.
El kirchnerismo quedĂł concentrado en un dispositivo polĂtico pensado y ejecutado durante el Ăşltimo año y medio. El PJ Nacional, La Cámpora y Primero la Patria. Tres sectores para contener al cristinismo y al peronismo K. A la dirigencia que sigue viendo en CFK una lĂder indiscutida y con una cabeza lĂşcida. Los tres armazones, jugando en sintonĂa en el mapa polĂtico, intentan dar una muestra de amplitud.
La mesa chica del cristinismo pensĂł la edificaciĂłn de esa estructura para correr los márgenes de un armado polĂtico que decreciĂł en forma brusca el dĂa que Kicillof le dio vida al Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y logrĂł alinear a cerca de 40 intendentes y representantes de distintos sindicales detrás de su potencial candidatura a presidente.
En ese esquema creado para sostener al gobernador en el proceso de autonomĂa a Cristina Kirchner hay una resistencia muy grande a la dirigencia camporista, sus modales, sus formas de entender y manejar el poder. Son esos intendentes, encuadrados en una visiĂłn más clásica del peronismo, los que pasaron por el kirchnerismo y, una vez que el mandatario bonaerense pegĂł el portazo, se subieron a un colectivo que los aleje del mundo K.
“Se odian. No se pueden ni ver. Es imposible pensar en resolver estas diferencias con una interna partidaria o unas PASO. Porque, inevitablemente, va a terminar mal. Los principales dirigentes se tienen que reunir y buscar una forma de lograr un acuerdo para llegar al poder. El peronismo solo se ordena desde el poder”, fue la cruda reflexión que hizo una dirigente con mucho camino recorrido en el peronismo bonaerense.
Con el kirchnerismo partido y concentrado en un ala cristinista, la discusiĂłn macro del peronismo es cĂłmo generar un proyecto polĂtico y electoral que ofrezca al electorado una opciĂłn viable y sustentable que se diferencia de Milei. Pero para que ese proyecto tenga futuro, lo primordial es que el espacio polĂtico no vuele por los aires, no viva en una interna constante y no caiga en una etapa de fuego cruzado que los debilite a todos los que participen de esa guerra.
Los que conocen bien los tiempos de la polĂtica sostienen que para mayo del año que viene, o más tardar junio, el peronismo debe tener definido el camino que quiere seguir y la forma en que lo va a recorrer. Si juntos o separados. DespuĂ©s vendrá el tiempo de los nombres, de las candidaturas, de las campañas. Pero antes, lo primordial para la fuerza polĂtica es saber cuál será el rol de CFK, Axel Kicillof, Sergio Massa y los gobernadores. Unidos o divididos. Lo tienen que definir cueste lo que cueste.
La mayorĂa de los dirigentes peronistas sabe con claridad que la Ăşnica forma real de que se ordenen las mĂşltiples diferencias es que el espacio polĂtico vuelva a ocupar la Casa Rosada. “El peronismo solo se ordena desde el poder. Con audacia y decisiĂłn”, afirmĂł un legislador del interior. Es difĂcil, casi imposible, que se ordene en el llano. Sobre todo cuando el liderazgo de la dirigente más influyente de la oposiciĂłn está en crisis y su sucesor natural es odiado y apuntado como un traidor por denominados “soldados de Cristina”.

El peronismo que ya no es K quiere a Máximo Kirchner afuera del PJ Bonaerense el año que viene. “Qué haya internas. Hace mucho que no hay democracia interna en el PJ. Que todos participan y compitan. Todos adentro y a definir por los votos”, exclamó un intendente del conurbano cercano a Kicillof.
Con elecciones o con una discusión de unidad, el kicillofismo quiere que se concrete el final de Kirchner en el partido. El hijo de CFK quiere seguir y está dispuesto a competir. Cuando pase la parte más álgida del verano, el peronismo bonaerense entrará en una temporada de rosca partidaria para resolver si el PJ tiene una conducción K o más identificada con el peronismo de la provincial.
El kirchnerismo perdiĂł la identidad con la que naciĂł. Esa identidad que protegĂa a sectores que llegaban desde las universidades, los movimientos de derechos humanos, las organizaciones sociales y la militancia polĂtica, y confluĂan bajo un mismo techo. Una convergencia de sectores con base en la provincia de Buenos Aires que se entremezclaba con los gobernadores y el peronismo del interior, detrás del liderazgo del matrimonio Kirchner.
Ese tiempo ya pasĂł.
El kirchnerismo ya no está al mando del barco peronista, aunque su jefa sigue teniendo influencia en las cámaras legislativas y en sobre algunas intendencias. Cuando se abra la puerta del 2026 la discusiĂłn sobre el futuro del proyecto polĂtico se profundizará. Es el gran desafĂo que tiene el peronismo a partir del 1 de enero.


