El cierre del plazo para anotar alianzas electorales y una nueva movida en el Congreso van a camino a mostrar, con diferencia de pocas horas, los renglones dominantes del temario polĂtico, de escaso interĂ©s social y visible juego de necesidades. Este miĂ©rcoles, se verá en Diputados si, como anticipan, los legisladores más vinculados a los jefes provinciales dan otro paso para sostener los dos proyectos de ley que resumen sus reclamos de fondos al Gobierno. La prueba de Olivos es más amplia. Mañana, quedará a la vista si finalmente amplĂa el puñado de acuerdos con jefes provinciales para el desafĂo de octubre. Y en sentido más amplio, si eso mismo contribuye o no a asegurar los Ăşltimos vetos presidenciales.
Las señales de una semana polĂticamente densa asoman en pĂşblico y por la vĂa de los trascendidos. Valen dos ejemplos. El salteño Gustavo Sáenz, hasta ahora aliado del Gobierno, aprovechĂł un encuentro de provincias mineras para reclamar reciprocidad en la relaciĂłn con Javier Milei, es decir, atenciĂłn a las demandas provinciales frente a las manos dadas por jefes provinciales para garantizar gobernabilidad. Es lo que dicen otros pares suyos. Una fuente cercana a dirigentes amarillos destacĂł que los acuerdos de listas con LLA no frenarĂan de manera automática el impulso a los proyectos de fondos para las provincias, ya aprobados por el Senado y a la espera en la Cámara baja.
La convocatoria a sesiĂłn de Diputados motorizada por espacios de la oposiciĂłn generĂł desde el origen diferente impacto en el comando violeta, segĂşn cada iniciativa. En rigor, los nuevos temas -como el disparado por la situaciĂłn del Garrahan- son rechazados de entrada y van por el primer capĂtulo. Pero los proyectos más inquietantes para el Gobierno son los promovidos por las provincias -reformulaciĂłn de los ATN y distribuciĂłn del Impuesto a los Combustibles LĂquidos-, no sĂłlo por su contenido, sino además y especialmente por su origen: un entendimiento nada sencillo en el muy diverso conglomerado de los 24 distritos del paĂs.
Si finalmente la convocatoria avanza segĂşn lo imaginado en espacios opositores, esas dos iniciativas representarĂan un cuadro más amplio que el restringido a la confrontaciĂłn abierta, y en general tribunera, entre peronismo K y mileismo. AllĂ jugarĂan dialoguistas, cuyo grado de malestar depende en estas horas de respuestas por la vĂa de la negociaciĂłn fuera del Congreso. Si nada avanza, el objetivo de mĂnima serĂa imponerle al oficialismo el tratamiento de los proyectos en comisiĂłn -bloqueado hasta donde puede por LLA- para llegar al recinto antes de fin de mes.
Sobran especulaciones sobre el sostenimiento o el quiebre del reclamo que de momento comparten los gobernadores. La versiĂłn más moderada señala que no deberĂan ser asimiladas la demanda sobre ATN y coparticipaciĂłn del ICL a la necesidad oficialista de asegurar su objetivo central: reunir nĂşmero para defender los vetos del Presidente a las leyes de recomposiciĂłn de las jubilaciones y atenciĂłn del sistema de discapacidad. De todos modos, nadie cierra el tema. SĂłlo la moratoria previsional aparece sin chances en cualquier escenario.
La operaciĂłn del oficialismo se enfrenta centralmente con el planteo transmitido desde las provincias por aliados y dialoguistas. En sĂntesis: destacan que acompañaron medidas cruciales del oficialismo y dieron sustento polĂtico -frente a los mercados y la mirada externa, incluida la del FMI-, pero que no son atendidas sus repetidas demandas, en un contexto complicado por la caĂda de la coparticipaciĂłn y abandono de la obra pĂşblica nacional. Le añaden, en muchos casos, la ofensiva violeta, liderada por Karina Milei, para disputarles polĂticamente el distrito o imponer condiciones durĂsimas de negociaciĂłn.
Esa combinación está generando diversas reacciones. Entre peronistas aliados del Gobierno surgió la necesidad de regenerar unidad partidaria ante la competencia planteada por LLA. Un caso notorio pero no único es el de Osvaldo Jaldo. El gobernador tucumano fue activo en el armado del reclamo de todas las provincias al gobierno nacional, endureció un poco su discurso y buscó rearmar el tejido con Juan Manzur, roto en las anteriores elecciones.
Algo parecido ocurriĂł en varias provincias manejadas por el PJ. Y la toma de distancia tambiĂ©n expuso diferencias en otros espacios, en lo que fue JxC y en expresiones provinciales. Eso es visible en las filas del radicalismo y en el PRO y aliados. Los radicales Maximiliano Pullaro y Carlos Sadir se anotaron en la movida tercerista presentada hace pocos dĂas con MartĂn Llaryora, Ignacio Torres y Claudio Vidal. La idea es ampliar la propuesta a otros ex JxC, peronistas no kirchneristas y provinciales. Se da por cerrada la llegada al grupo de Gustavo ValdĂ©s, enfrentado con LLA despuĂ©s de frustradas tratativas para la elecciĂłn de gobernador.
Ese grupo de gobernadores, que acaba de bautizarse como Provincias Unidas, parece una apuesta al Congreso post electoral. No corre como fuerza para dar batalla en octubre bajo un mismo nombre en todo el paĂs, pero sĂ aspira a reunir despuĂ©s un espacio legislativo propio, en la perspectiva de un reacomodamiento fuerte de bloques a partir de diciembre.
Camino al cierre de alianzas, el PRO expone su alto nivel de crisis. El chubutense Torres es parte del armado referido de jefes provinciales. Rogelio Frigerio cerrarĂa un acuerdo con LLA en Entre RĂos. Y el macrismo ya aceptĂł la alianza en la Ciudad de Buenos Aires, estribaciĂłn de la derrota de mayo, con fuerte predominio mileista en las listas y color violeta en la marca. Los radicales, se ha dicho, tambiĂ©n exhiben su crisis: tres juegan sus propias partidas (Pullaro, Sadir, ValdĂ©s) y dos acuerdan con LLA (Leandro Zdero y Alfredo Cornejo).
Olivos cuenta acuerdos con oficialismos provinciales en cuatro distritos y podrĂa añadir algĂşn ex socio del macrismo. El dato más fuerte de estas horas en el arreglo porteño, que llega despuĂ©s de tensiones fuertes y corona con impacto nacional el camino recorrido en la provincia de Buenos Aires, que en septiembre renueva parcialmente la Legislatura y los concejos deliberantes.
De todos modos, al menos segĂşn la mirada de conocedores del paño dialoguista, las diferentes jugadas de cada gobernador en su distrito no determinarĂa un cálculo automático en el Congreso. Parece claro que el oficialismo suma en su objetivo de “blindar” los vetos, pero nadie jurarĂa que tales cuentas son aplicables linealmente a los proyectos de los gobernadores. Eso Ăşltimo depende de otras tratativas. Y combina dispersiĂłn opositora y complicaciones propias del cĂrculo de Olivos.