Es argentino, fabricó más de mil autos de carrera, hizo los de la serie de Senna y con 87 años sigue trabajando: “Soy un patriota”

Tulio Crespi con la miniatura del Sport Prototipo para el Club Argentino de Pilotos (@tulio_crespicompeticion)

A sus 87 años, Tulio Crespi sigue metiendo mano a las herramientas y trabajando en su fábrica de autos ubicada en Balcarce, la tierra de Juan Manuel Fangio. El mismo lugar de donde salieron más de 1.000 monopostos según afirma el constructor que es una leyenda viva del automovilismo argentino. Por su capacidad podría haberse instalado en Europa y competirle mano a mano a las grandes marcas, como hace medio siglo cuando su Tulia sorprendió al mundo en el Salón de París. Es el padre de la Fórmula Renault en la Argentina y en esa categoría escuela tuvo gestos solidarios con chicos y padres. Por si la faltaba algo, junto a sus hijos reprodujeron de forma exacta los coches de Ayrton Senna para la serie del recordado astro brasileño. Infobae habló con él y contó su rica historia.

Todo comenzó el día que construyó su propio auto de carrera y, si bien despuntó el vicio como piloto, encontró su lugar debajo de los autos. Su pasión lo llevó a construir. “Yo tendría veinte años, compro un NSU, un autito que en aquella época corría Juan Manuel Bordeu en los Grandes Premios. Me compré ese autito e íbamos al Autódromo de Buenos Aires con mi hermano (Humberto) y dos compañeros de la Escuela Técnica de Otto Krause. Más tarde lo conocí a Andrea Vianini (conocido piloto de los años sesenta). Un día vamos a probar y estaba el equipo oficial NSU probando un Fórmula con motor trasero y me invitan a subirme. Probar un auto sin techo fue tan lindo que quise hacer uno de esos coches. Y ahí lo dibujamos en un pizarrón, con toda la banda y ahí empezamos a hacerlo. Lo hicimos, lo fuimos a probar en la autopista Riccheri que en ese momento se estaba construyendo. Uno de los chicos que lo estaba probando empezó a zigzaguear y se estrelló contra un Chevrolet ‘51, un taxi nuevo. Nuestro amigo se salvó y reconstruimos el auto, que fue el primer monocasco del mundo ya que era todo en una pieza. No había caño, no había nada. Era un tubo como si fuera un avión. Lo corrí en una carrera exhibición y gané. Me lo compraron, después hice otro. Seguí corriendo y yo me largué a correr con un auto de Fórmula 2 en la Fórmula 1 Mecánica Argentina (F1MA)”, recuerda.

Esos inicios fueron todo a pulmón y cuenta que “fui un tipo que siempre miré, acompañaba a mi viejo a las obras, enderezaba clavos. Mi viejo tenía una empresa de construcción y yo le engrasaba las máquinas. También, me gustaba mucho la aviación y miraba los aviones. Copiar es llenar la computadora, que es la cabeza. A los 15 años ya me había hecho el carrito de rulemanes. Tenía dirección, frenos y lo usaba en la placita Serrano, ahí en Palermo”. Los monopostos fueron su especialidad y destaca que “en esa época no había ningún Fórmula, no había nada, no existían las rótulas, no existían las llantas de aluminio, no existían los frenos a disco, no existían en el país y en el mundo tampoco”.

Crespi a bordo de su primer monoposto con el que ganó en su carrera debut (@tulio_crespicompeticion)

Mientras se consolidó como constructor de autos de Fórmula, llegó el hito del Salón de París de 1975, con la célebre Tulia. Subió dos ejemplares en un Hércules, se fue a Francia a ver qué podía pasar y fue la gran atracción de la muestra ante las marcas más grandes del mundo. “Yo tenía un tapicero que trabajaba en la Fuerza Aérea y él me hace el contacto con un Comandante. Ellos transportaban en un Hércules turbinas de Aerolíneas Argentinas a Inglaterra. Llevamos los dos autos con las turbinas ahí adentro. Ya en la exposición, las Tulia estaban al lado de los Lotus y los De Tomaso. Estaban todas las fábricas automotrices y yo me preguntaba ‘¿qué hago yo ahí?’”, relata. “Renault presentaba como novedad un 4L. Al segundo día me quería volver, pero la Tulieta sorprendió a todos. Un día apareció el propio Enzo Ferrari y me dio tres manchones para un F1MA que estábamos haciendo para Rafaela, para Carlos Marincovich. Los manchones eran como las crucetas para ruedas traseras. Nosotros usábamos manchones de goma y la F1 tenía unos grandotes. Fangio también me dio una gran mano y el día que apareció pusieron alfombra roja como si fuese una estrella de Hollywood. Era una mezcla de Messi y Maradona juntos. Su presencia atrajo gente y a medida que corrieron los días el público comenzó a acercarse y nos preguntaron de dónde veníamos y cuánto salían los autos”.

Si figura creció y por medio de Fangio dejó su taller en el barrio porteño de la Chacarita y se instaló en Balcarce a comienzos de los años ochenta. Fue luego de una decepción, pero con su espíritu trabajador y de lucha se rehizo. “Cuando vuelvo de París me llaman de Renault y querían que lleve la Tulieta porque querían que fuese el Alpine 2 de Renault. Fangio se entera y me dice, ‘¿por qué no ponés la fábrica en Balcarce?’ Ahí apareció Martínez de Hoz que promovió traer cosas de afuera y ahí cambió el presidente de Renault y el proyecto quedó en la nada. Pero seguí con lo de la fábrica y pude terminarla a los ponchazos. Gracias a Dios me instalé en Balcarce que es un lugar hermoso y tranquilo”.

A esa altura, sus monopostos nutrieron la Fórmula Renault y eran mayoría ante la presencia de algún Berta u otro exponente. Al ser el semillero del automovilismo nacional, los sponsors de los pilotos muchas veces eran sus padres. Ante las complicaciones económicas, Tulio les dio una mano a muchos jóvenes y sus familias para que no abandonen su sueño, al menos en el comienzo de sus campañas. Ante la consulta de su gesto, Crespi se toma unos segundos para responder y afirma: “Es mi forma de ser. Lo más importante es que te reconozcan. O sea, en vez de haber juntado plata, junté eso, el amor de todos y es lo que hoy te vale a mis 87 años y siento que soy millonario. Vengo de mi padre, que hizo la Primera Guerra Mundial a los 15 años. Siempre que contaba sus historias nos reíamos y llorábamos. Fui formado en ese ambiente y por eso siempre quise ayudar”.

Crespi con la Tulia, el auto que sorprendió al mundo en el Salón de París de 1975 (@tulio_crespicompeticion)

Si bien la Fórmula Renault dejó de existir con su denominación histórica, hoy los monoplazas de Crespi siguen corriendo en diversas categorías promocionales como la Fórmula 3 Metropolitana, la Fórmula Renault Plus, la Fórmula Nacional, entre otras. Desde hace unos años, cuando la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) “rescató” los coches de Crespi que habían perdido su lugar en la Fórmula Renault, la F3 Metropolitana mantiene el espíritu de la extinta categoría nacional que en algún momento también se llamó Fórmula Junior y luego Fórmula 4. “La Fórmula 3 Metropolitana tiene casi 40 autos para largar. Eso no pasa en cualquier otra categoría de ese tipo en el mundo. Por eso los italianos se ponen locos cuando escuchan que largan tantos acá”, subraya.

Tulio, además, hizo monoplazas para la Fórmula 2 Nacional, la F1 Mecánica Argentina, la Fórmula 2 Codasur y la Fórmula 3 Sudamericana. Sobre por qué el monoposto perdió su lugar en nuestro país, responde que “no sé qué pasó… Se hicieron autos caros, no sé… Pero recuerdo que en las revistas había tres o cuatro páginas sobre los monopostos o eran nota de tapa en CORSA. Pero, hoy, sí, el monoposto perdió eso”.

Pero también se destacó en los autos con techo y trabajó en el Turismo Carretera cuando en 1967 fue carrocero de Moisés Nasif Estéfano. Siguió vinculado a la octogenaria categoría por décadas. También, en los años ochenta, trabajó en la aerodinámica de los Datsun 280 y Nissan 300 del extinto Club Argentino de Pilotos, a los que les armó las trompas, los alerones traseros y deflectores. A mediados de los noventa llegó a tener su propio equipo en el TC 2000 y con motores de Oscar “Pincho” Castellano. Entre sus pilotos estuvo un joven Guillermo Ortelli.

El constructor con dos monopostos de Fórmula 4 y las Tulia, alguna de sus obras en Palermo en los años setenta (@tulio_crespicompeticion)

Afirma que fabricó “más de 1.000 autos de carrera en 62 años” y que “todos los autos que armamos ganaron en todas las categorías”. Hoy se lo puede ver en su fábrica metiendo mano y trabajando como un operario más. Sobre cuál es el secreto para seguir adelante a su edad, sostiene que “vivo la vida. Trabajar y hacer lo que a uno le gusta hacer. En mi vida me la pasé laburando. Fangio decía ‘nunca te creas el mejor, sino hay que tratar de ser el mejor’. Así que bueno, por eso estoy trabajando para ver si llego a ser el mejor (risas)”.

Volvió a trascender a nivel mundial con los autos que hizo para la serie de Senna en Netflix, que son réplicas exactas. Ese desafío tuvo el valor agregado de haberlo hecho con sus hijos. “Junté a toda mi familia y mis hijos fueron claves: Luciano (ex piloto) vino desde Suiza ya que estaba con el equipo Jenzer de Fórmula 3. También Matías, que estaba en Brasil y Sandro se sumó después de la pandemia. El día que vino el productor a la fábrica lloró en la puerta porque se encontró con semejante fábrica. Los autos los comenzamos a diseñar gracias a la tecnología y con fotos fuimos haciendo los moldes. Después se lijaron, masillaron y usando la teoría de los chasis míos armamos lo de estos coches de F1 y les pusimos la carrocería. Recuerdo que cuando los íbamos armando temíamos alguna diferencia de 5 o 6 centímetros sobre los originales, pero los fuimos corrigiendo. Cuando le terminaron poniéndole cinco cámaras arriba del auto ahí confirmamos que la diferencia debía ser cero”.

Crespi sobrevivió a los distintos vaivenes económicos del país y revela cómo hizo para salir adelante ante cada golpe: “Mirando para el cielo. Tener alguien que le pedís y también tenés que ayudar. Yo te hablo desde lo que he vivido. Me tocó ayudar y hoy puedo contar que ayudaba a muchos patronatos, colegios, y apareció lo de la serie de Senna que fue un boom. Me tocó sobrevivir y bueno acá estamos, acá estamos vivos, por lo menos. Como la vida, es para arriba, para abajo, el costado y bueno, el tema es tirar para adelante. La he pasado mal en algún momento, pero rescato las cosas lindas de la vida”. Por si le faltaba algo, acaba de publicar su libro llamado Fórmula Crespi.

Ama al país y sentencia que “yo soy patriota argentino. Pero no solo por el automovilismo, si no por mi país que es lo más grande que hay. No quiero que nadie me hable mal de mi país. Eso es lo mismo que reniegues de tu casa. Si vos renegás, andate, alquilá un departamento, andá a vivir a otro lado, pero no te quedes en tu casa. No podés renegar contra tus padres, contra San Martín, contra todos los que lucharon para que tengas tu casa. Andá y juntá la plata afuera y volvé, pero no al revés, de hacer la plata acá e invertirla afuera. Odio cuando dicen que este es un país bananero”.

Crespi un argentino de pura cepa. A lo largo de su vida se convirtió en un emprendedor motorizado por su pasión por los autos de carrera. Este fin de semana uno de sus coches que reproduce a un McLaren MP/5 de Ayrton Senna será una de las atracciones en el Minardi Day, que es un evento en homenaje al extinto equipo de Fórmula 1 en el Autódromo Enzo y Dino Ferrari de Imola. Allí estará Tulio, quien 50 años después de aquel Salón de París volverá a tener el reconocimiento internacional.

Las réplicas exactas de los autos de Ayrton Senna que se usaron en la serie de Netflix (@tulio_crespicompeticion)

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