El mensaje de la “autocrĂtica” de Javier Milei, limitado y expuesto en la noche de la derrota electoral, parece un capĂtulo rápidamente agotado para el oficialismo. No es original pero sĂ visible el giro, fuerte y a la vez contradictorio. El Gobierno decidiĂł radicalizar su discurso, como si fuera señal de fortaleza: ampliĂł la construcciĂłn del enemigo, sumando empresarios y medios periodĂsticos a la polĂtica en general. Y a contramano de su eje de campaña -jugada a nacionalizar y polarizar-, empezĂł a ensayar una lĂnea de desnacionalizaciĂłn de los comicios bonaerenses. Todo, junto a una imprecisa convocatoria a los gobernadores, que vuelve a nacionalizar el tema, al menos por sus efectos. Y que aumenta el foco sobre el posible veto a leyes que mostraron una inusitada confluencia legislativa, expresiĂłn tambiĂ©n del extendido malestar de los jefes provinciales.
La decisiĂłn presidencial no se agota en ese punto. Fuentes del Senado informaron que ya fue girado al Gobierno el rechazo al veto de la ley sobre emergencia en el área de Discapacidad. Esa decisiĂłn expuso una convergencia llamativa en el heterogĂ©neo mundo no estrictamente violeta. En la votaciĂłn de la cámara Alta, LLA quedĂł en soledad y apenas reuniĂł 7 votos frente a los 63 que fueron contra la resoluciĂłn de Milei. En el Gobierno analizan como empantanar el tema, por la vĂa judicial.
Ese es el cortinado de fondo para la medida que debe tomar el Presidente entre este miércoles y el viernes. Son tres las leyes que están a tiro de veto. El tema más sensible está centrado en la situación del Garrahan, que al igual que discapacidad, anotó votaciones de alto impacto en las dos cámaras del Congreso. También está en la lista el financiamiento universitario. Y para completar, un punto de menor repercusión, pero especialmente significativo en este contexto: el sistema de distribución de Aportes del Tesoro Nacional. El reclamo sobre los ATN también contó con un respaldo sin antecedentes cercanos: fue motorizado por los veintitrés gobernadores y el jefe de gobierno porteño.
Es un dato mayor frente a la idea de un llamado a gobernadores para reponer puentes de negociaciĂłn. Expone una discusiĂłn presupuestaria sobre el impacto real de la ley, porque el oficialismo sostiene la consigna general de defender la cuenta fiscal y desde las provincias hicieron circular, de arranque, un informe segĂşn el cual el efecto es mĂnimo (0,03 del PIB) o nulo. Eso mismo ahora adquiere otra dimensiĂłn polĂtica.
Los gobernadores expusieron diferentes señales frente a la derrota electoral violeta en la elecciĂłn bonaerense. Pero más allá de esas reacciones, asoman recelos y hasta rechazo, incluso entre los más dispuestos a conversar, por la falta de señales concretas sobre la convocatoria oficial a una “mesa de diálogo federal”, tarea nada nueva y que otra vez estarĂa a cargo de Guillermo Francos. No hay margen para la foto sin mĂnimos compromisos previos.
Una franja importante de gobernadores deja trascender malestar luego de una cuidada reacciĂłn inicial, expresada por medidos mensajes pĂşblicos o el silencio. Fue un dato en sĂ mismo que los que eligieron pronunciarse, lo hicieron apuntando al impacto sufrido por Olivos y, en su mayorĂa, sin exponer nada que pudiera ser interpretado como un gesto hacia Axel Kicillof. El gobernador celebrĂł el triunfo escalando en la disputa con el Gobierno, paso visible de su objetivo central: correr a CFK como contracara de Milei y afirmar su proyecto presidencial.
La media docena de gobernadores que se agrupan en Provincias Unidas compartiĂł un mensaje apuntado a destacar el resultado bonaerense como parte de una sucesiĂłn de elecciones provinciales que, en su mayorĂa, expusieron un “llamado de atenciĂłn” a Olivos. En las horas siguientes, algunos endurecieron su posiciĂłn. Y todos, se encontrarán el viernes, en RĂo Cuarto. En principio, estarán los integrantes de este grupo: el santafesino Maximiliano Pullaro, el cordobĂ©s MartĂn Llaryora, el chubutense Ignacio Torres, el santacruceño Claudio Vidal, el jujeño Carlos Sadir y el correntino Gustavo ValdĂ©s.
Los mensajes de malestar, ya desde hace semanas, eran compartidos por otros jefes provinciales que habĂan tenido una relaciĂłn de buen trato con el Gobierno, primero deteriorada por cuestiones de fondos y obras paralizada, y despuĂ©s en muchos casos, por una competencia dura de LLA en sus territorios. De diferente modo, eso quedĂł a la vista en los casos del tucumano Osvaldo Jaldo y el salteño Gustavo Sáenz. El clima se extendiĂł además a distritos en manos de fuerzas provinciales, como Misiones y RĂo Negro. Nada de lo ocurrido en el Congreso, no sĂłlo con la ley de los ATN, se explica sin este registro.
El Gobierno, de momento, busca salir del sacudĂłn con un endurecimiento discursivo que, por lo demás, desconoce las otras señales dejadas por la larga entrega de elecciones provinciales anticipadas. Milei, en la noche del domingo, buscĂł mostrar capacidad de autocrĂtica, aunque exclusivamente “polĂtica” y escindida del plan econĂłmico, fuertemente fiscalista. Eso fue ratificado punto por punto en su mensaje. La expresiĂłn de la autocrĂtica quedĂł limitada de entrada por la decisiĂłn de no alterar sustancialmente su cĂrculo, con el blindaje de Karina Milei y por ahora sin cambios en la gestiĂłn. Las cargas en la interna apuntan contra “los” Menem y el armador bonaerense de la LLA.
La presentaciĂłn de una “mesa polĂtica nacional” no generĂł señales importantes para el comĂşn de la gente. Apenas, algĂşn dato interno de lectura para el mundillo polĂtico y empresarial. La foto difundida mostrĂł al Presidente en la cabecera, acompañado por Karina Milei, MartĂn Menem, Manuel Adorni, Francos, Patricia Bullrich y Santiago Caputo. El mensaje escrito mostrĂł un cierre de posiciones, que trasciende incluso a los mercados como destinatario, quizás para inaugurar una etapa muy confrontativa camino a octubre. La primera pincelada busca presentarlo como una especie de resistencia frente a los “ataques” de polĂticos, empresarios y medios que buscan “detener el cambio”.
Más llamativo resultĂł en ese contexto el gesto presidencial de retuitear un mensaje segĂşn el cual “lo del domingo fue una elecciĂłn local” que no serĂa “extrapolable a nivel nacional”. No parece un hecho aislado. Algunos voceros informales del oficialismo tambiĂ©n aportan en esa direcciĂłn, matizando la lectura sobre lo ocurrido en la sucesiĂłn de comicios provinciales.
Los recortes de ese recorrido de elecciones, que arrancó en abril y sumó diez provincias, no constituyen el mejor camino para el análisis. El oficialismo destacó el triunfo porteño, que le fue útil para subordinar al PRO y que utilizó para tratar de imponer condiciones en otros distritos, con algún resultado. Pero no anotó en su lista derrotas y frustraciones (Santa Fe, Jujuy, San Luis, Formosa), la última de ellas en Corrientes, con un cuarto puesto en la única provincia de esta serie que puso en juego la gobernación.
Más generalizado fue el dato de la baja participaciĂłn ciudadana. La magnitud del resultado bonaerense casi borrĂł del análisis posterior la cifra de asistencia, tambiĂ©n en declive: arañó el 61 por ciento del padrĂłn. Es decir, perforĂł largamente el piso del 70 por ciento, registrado en los comicios de menor concurrencia (2003 y 2021). Es una señal negativa, alarmante, para todos y en especial para LLA, al menos por dos razones: no sumĂł mayoritariamente a la franja de votantes del PRO y perdiĂł atractivo para canalizar malhumor social con “la” polĂtica.