Atomización y pases de factura: la oferta de centro pierde atractivo en la polarización entre LLA y el peronismo

Facundo Manes y Juan Schiaretti

El domingo, a media tarde, al filo del plazo legal de la inscripción de candidatos, un emisario de Facundo Manes llamó al teléfono de Hernán Reyes, reunido junto a dirigentes y asesores de la Coalición Cívica en las oficinas del bloque, frente al Congreso. A esa hora, los intentos por reflotar una opción de centro, moderada, la revitalización de ese espacio que alguna vez se conformó bajo el paraguas de Juntos por el Cambio, la coalición que llevó a Mauricio Macri a la Presidencia en el 2015, estaban caídos. Cuando cortó -una llamada breve-, el legislador que responde a Elisa Carrió contó que el neurocientífico se proponía para la boleta del Senado en esa lista que, al final del día, se inscribiría en soledad. Gastón Manes, hermano del diputado, llamaría un rato más tarde a la fundadora de la Coalición Cívica, que amagó hace meses con presentarse en la provincia de Buenos Aires.

El sábado a la mañana, Carrió, Graciela Ocaña y Reyes aún preveían fotografiarse por la tarde en Recoleta para sellar un acuerdo que, semanas antes, se negoció con la inclusión del radicalismo. También de Manes. Horacio Rodríguez Larreta, legislador electo, participó de las tratativas. Se llegó incluso a crear un grupo de WhatsApp con dirigentes y colaboradores -“Octubre”, lo bautizaron-, se convocó a un consultor que les presentó una serie de encuestas en una oficina vinculada a la líder de Confianza Pública. Martín Lousteau acercó propuestas, en su entorno llegaron a invitar a algunos posibles candidatos sin trayectoria política pero muy taquilleros. Intentó involucrarse Daniel “El Tano” Angelici, sin éxito. El sábado a las 5 de la tarde, Ocaña y Reyes firmaron una postulación conjunta, para el Senado y para Diputados, respectivamente. Veinticuatro horas después, la alianza ya estaba dinamitada.

“Se intentó, estaba todo cerrado, pero nos cambiaron dos veces el acuerdo”, aseguró ayer un colaborador de alguno de esos candidatos que participó de las negociaciones. El domingo a la noche, Ocaña y Lousteau se anotaron bajo el sello de “Ciudadanos Unidos”, la Coalición Cívica se inscribió en soledad, Ricardo López Murphy hizo lo propio, y Manes se postuló por su lado, para el Senado.

El caso de Manes es, tal vez, el más paradigmático. Levantó notablemente el perfil a principios de año cuando se cruzó de manera áspera con Santiago Caputo en la apertura de sesiones de marzo, en el Congreso. Después anunció que se postularía en territorio bonaerense, e incluso llegó a hacer la presentación formal en el distrito de Tigre. Auspiciado por Juan Schiaretti, bajó después a la Ciudad de Buenos Aires. En el cierre de alianzas, propuso un espacio con Lousteau. Entonces negociaron con Rodríguez Larreta, que, según trascendió, puso una serie de objeciones. Cerca de Manes dicen que el recelo fue mutuo. Colaboradores de Lousteau y la UCR también resaltaron que el ex jefe de Gobierno se encargó personalmente de boicotear un renovado espacio de centro que pudiera opacar su elección de mayo, con la que volvió a posicionarse en el escenario porteño, para ser él el que reclute cada sector de cara al 2027, cuando intente otra vez postularse a la Jefatura de Gobierno. Dicen además que lo hizo en compañía de un consultor que tiene especial influencia en las decisiones de Schiaretti.

Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau

“No es así, nosotros queríamos la unidad, teníamos el acuerdo con los ‘lilitos’, con Ocaña y con el radicalismo”, respondieron cerca del legislador electo. Sí reconocen que había resistencia a la figura de Manes. Y que fue Carrió la que planteó reparos con Lousteau.

La dispersión en la Capital de la oferta de centro volvió a reforzar la polarización entre el gobierno y el kirchnerismo de cara a las elecciones de octubre, y exhibió otra vez las dificultades para quebrar esa atracción entre esos dos polos electorales. Peor aún: mostró la desconfianza entre la dirigencia, un mal de época que, de todos modos, atraviesa al sistema político en general.

Ignacio Torres, Maximiliano Pullaro, Martín Llaryora, Carlos Sadir, Claudio Vidal, Santa Cruz

Un escenario similar se plasmó el fin de semana en la inscripción de candidatos para la provincia de Buenos Aires. Al filo del límite legal, Provincias Unidas, el frente de los gobernadores conformado por Carlos Sadir, Ignacio Torres, Martín Llaryora, Maximiliano Pullaro y Claudio Vidal, postuló a Florencio Randazzo, acompañado por Emilio Monzó y Margarita Stolbizer. Ese grupo de dirigentes ya se había juntado para lanzar un espacio de cara a las elecciones provinciales del próximo 7 de septiembre, bajo el sello “Somos Buenos Aires”. Incluía a los intendentes del radicalismo, al GEN y la Coalición Cívica. Y a Julio Zamora, de Tigre, candidato a senador en la primera sección electoral. Al poco tiempo, explotó por el aire. El domingo a las 9 de la noche, la CC de Carrió estaba a punto de presentarse en soledad en territorio bonaerense para el calendario de octubre. Antes de la medianoche se inscribieron finalmente junto a un grupo de intendentes de la UCR.

Ayer, desde ese grupo de gobernadores todavía se masticaba bronca contra Schiaretti, promotor de la postulación de Randazzo en territorio provincial: según trascendió, se había acordado no presentar candidaturas ni en la Capital ni en la provincia de Buenos Aires, solo en sus distritos. Incluso, hubo fuertes discusiones internas por la postulación de una lista con esa marca en San Juan que le competía de manera directa al gobernador Marcelo Orrego.

“Rompieron la marca”, mascullaba ayer un operador del grupo de gobernadores que se presentó en sociedad hace varias semanas bajo el “grito federal”. “Es hora de una depuración”, auspició otro estratega. Más aún: desde ese sector abundaron en que, hacia octubre, no prevén un trabajo activo en post de la boleta de Randazzo. No es, en ese sentido, una buena noticia para el gobierno, que, a diferencia de septiembre, proyecta una elección mucho más auspiciosa. En los últimos meses, desde usinas oficiales, se insistió de manera sistemática con la necesidad de apuntalar una opción de centro que le quite adhesiones a los candidatos del kirchnerismo.

Es la misma estrategia que utilizó en el 2017 María Eugenia Vidal a instancias de sus operadores políticos en las elecciones de medio término. También con Randazzo como candidato, para tratar de esmerilar la postulación de Cristina Kirchner bajo la denominación de Unidad Ciudadana. Su compañero de fórmula para el Senado era Jorge Taiana, ahora cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires, asesorados en su momento por el catalán Antoni Gutiérrez-Rubi en su primera incursión en Argentina.

En el caso de la elección bonaerense del 7S, la dispersión de la oferta de centro se materializó después de una complicado cierre de listas que incluyó peleas, discusiones acaloradísimas y escenas de alto voltaje al filo de la inscripción de candidaturas. Un antecedente similar tuvo lugar en mayo, en la Capital, después de los intentos infructuosos del PRO por juntar a todas las piezas de la extinta coalición de Juntos por el Cambio. Cuando el expresidente Macri buscó convencer a Rodríguez Larreta, ya era tarde. ¿El resultado? El PRO, el ex jefe de Gobierno, el radicalismo y la Coalición Cívica se postularon por separado, y La Libertad Avanza ganó por primera vez en la Capital. Con ese precedente, Macri exploró insistentemente un acuerdo con el Gobierno, y se resignó a quedarse con solo dos candidatos a diputados en las listas oficializadas el fin de semana para las elecciones de octubre.

Los referentes políticos que conforman el espacio de Lilita Carrió

En los últimos días, desde el gobierno se mostraron cautelosos frente a la postulación de Zamora en la primera sección electoral. Inquietos frente a la posibilidad de que esa candidatura pierda algo de vigor. Lo mismo sucedía con el espacio de los hermanos Passaglia, de San Nicolás, en la segunda sección electoral, pero desde el otro campamento, el del peronismo, ocupados en que esa oferta de centro no pierda entusiasmo.

La preocupación se extiende en la polarización de la elección bonaerense. Los estrategas de las principales secciones encontraron en estos días un denominador común, sumado al de la alta apatía evidenciada en los comicios de este año: una buena cantidad de votantes no sabe aún qué se vota, y hay una confusión generalizada entre las provinciales de septiembre y las nacionales de octubre.

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